Esta técnica de impresión es un proceso relativamente joven. Consiste en una placa metálica revestida de emulsión fotosensible, donde se graba la imagen mediante un proceso químico formando un hueco-grabado. Esta placa es cubierta con tinta y barrida por una cuchilla, posteriormente un tampón de silicona presiona sobre el grabado de la placa recogiendo la tinta del hueco-grabado y la transporta por contacto sobre la pieza que queremos grabar. Cabe destacar que esta técnica puede usarse en una gran variedad de superficies, tanto planas como cilíndricas, esféricas, angulares, cóncavas, convexas, con textura, etc.
La historia de la tampografía se remonta siglos atrás, pero no fue hasta el siglo XX cuando llega a ser adecuada para su uso generalizado. Al principio se estableció en la industria relojera después de la II Guerra Mundial, y a finales de los años 60 se produjeron nuevos avances, como las almohadillas de silicona y equipos más avanzados, que hicieron este tipo de impresión mucho más práctica. La capacidad de imprimir sobre superficies que antes no era posible, hizo captar la imaginación de ingenieros y diseñadores, y como resultado la impresión mediante tampón explotó en el mercado de producción masiva. Hoy día, la tampografía abarca un amplio espectro de industrias y aplicaciones.
Esta técnica de impresión la usamos para personalizar objetos diversos hechos de plástico, metal, madera, etc, como bolígrafos, encendedores, navajas, llaveros, etc…